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Movimiento y resistencia. Un análisis de la nueva normalidad en la danza

Foto del escritor: Víctor M. Hernández L.Víctor M. Hernández L.

Siempre me ha interesado el folclore, y especialmente sus manifestaciones dancísticas. Pertenecí muchos años a una fundación cultural en Tuluá, que a la fecha de hoy me sigue cautivando con sus expresiones artísticas. En mi querer escribir una columna que comunique un tema interesante dentro del espacio de cultura en este blog, he realizado una charla con Iván y Daniela, profesores de esta fundación cultural.


La Fundación Cultural “Los Chagualos” lleva un poco más de veinte años trabajando con niños, jóvenes, y más recientemente adulto mayor, los valores de la danza y el folclore colombiano en general. Después de hacer parte de una institución educativa del municipio con nombre de “Labrantío”, en 2003 se inaugura como fundación bajo un nombre inspirado en un árbol nacido de la flora tulueña: “chagualo”. “No solo les enseñamos a ser bailarines sino también personas. Se les imparte sensibilidad en cultura ciudadana, arte, cultura” me contaba Iván.


Ya teniendo un contexto, para nadie es un secreto que el área artística se ha visto afectada con las medidas de cuarentena a causa del Coronavirus. Mi intención era entonces reconocer qué han estado haciendo “los chagualos” para enfrentar las barreras que implican la “nueva normalidad” y cómo su proceso puede servir como ejemplo de lucha y resistencia. No es por nada que el título de esta columna sea Movimiento y resistencia…, pues al final de todo son términos que salen del cuerpo mismo y se convierten en una filosofía para cumplir con los objetivos. Objetivos que en este caso es la divulgación de valores artísticos, culturales y de ciudadanía.


Los profes Iván y Daniela destacan varios elementos que están trabajando dentro de la Fundación en este tiempo de pandemia. “En la parte de la virtualidad, estamos dándole como el furor a las redes sociales a la fundación… lo que queremos con las clases es mejorar la técnica de cada uno de los bailarines y también de docentes e incentivar a más, que la fundación no es solamente por bailar y ya sino por el sentir” me comentaba Daniela. Y es que el paso a la virtualidad ha marcado de manera significativa muchas áreas como la laboral, la educativa, de la salud y por supuesto, la artística. Un trabajo netamente corporal que se ve obstaculizado por las pantallas, una tarea francamente difícil que lleva a pensar diariamente a “los chagualos”.


Iván agregaba: “La virtual sí fue un reto cuando casi todo es presencial… Al principio la fundación paró, le tocó un momento de reflexión en el momento de pandemia. Luego, gracias a un grupo de muchachos de la universidad Minuto de Dios, empezamos a crear talleres con gente que estaba ligada a la fundación”. Además de buscar ayudas y alianzas, algo positivo, el uso de herramientas virtuales también trae consigo algunas consecuencias no buscadas. De hecho, es el mismo Iván quien las expone al comentar que “la deserción fue grande por los compromisos académicos de los muchachos. Se puede decir que en los colegios públicos y en las universidades las exigencias fueron el doble”.


La población de “los chagualos” son principalmente estudiantes de secundaria y universidad. Al trasladar estos aspectos de la educación a la virtualidad y ocupar más porcentaje en el tiempo de los bailarines y las bailarinas, fueron dejando de lado a la Fundación.Un niño de primera infancia hizo el comentario de que no era lo mismo estar en las clases del año pasado donde ellos interactuaban con los demás compañeritos, a este año” Me terminaba de decir Daniela.


¿Qué es lo complicado de la virtualidad? “Lo que hace falta es el contacto humano. El encontrarse con sus amigos, el compartir algo y más en la danza, que es tanto contacto físico y emocional” me decía Iván haciéndome recordar de mi paso por la fundación. Y era cierto, la misma tarea del grupo de danzas se extendía más allá de solo bailar.


Me voy a permitir detenerme un momento con los aportes de ambos profes y comentarles algo que me parece fundamenta de todo lo que nos hablan. La “nueva normalidad” implica una reconsideración en las acciones de toda persona. Tanto bailarines como profesores y directivas de la Fundación se vieron en la tarea de detenerse y, escribiré una palabra acabada por el uso, reinventarse. Allí está el movimiento, allí está la resistencia. Las agrupaciones artísticas, considero yo, son espacios muy maleables que necesitan de la completa disposición de las personas que la integran.


Continuemos hablando de temas en economía y organización. Daniela me decía: “en estos momentos respecto a economía de la fundación gracias a la gestión de Pato [la directora] y a todo el equipo administrativo de la fundación, está entre las mejores en la economía naranja. Entonces se vienen muchos proyectos mediante la economía naranja. A parte de eso, nosotros como instructores, bailarines, nos estamos como formando y aquí mantenemos escuchando las reuniones de las diferentes redes de folclor que hay acá en Colombia, en seminarios por ejemplo para la primera infancia, nos mantenemos muy informados… Lo único que se piensa ahora es en el sentir de la fundación y más en estos tiempos de la virtualidad y que se estima es para dos años”.


Ahora, lo que nos mostraba Daniela en el anterior párrafo es parte de la Fundación misma. Iván por otro lado me describía otro panorama: “El gobierno ha lanzado algunas ayudas pero no son suficientes… realmente el sector cultural es uno de los sectores más golpeados con la pandemia porque no tenemos posibilidad de realizar actividades”. Pero el ejemplo vivo de una fundación cultural con movimiento y resistencia hace que sea posible cumplir sus objetivos: “tenemos muchos proyectos para presencial ya. Tenemos posiblemente una finca para hacer los ensayos presenciales cuando podamos obtener las herramientas de bioseguridad posibles” terminaba Iván.


Hay unas palabras del profe Iván que me quedaron sonando, y que me gustaría colocarlas visibles antes de empezar con un análisis corto:


“nosotros nunca hemos cobrado en la fundación porque lo hacemos de corazón… así haya o no haya plata, siempre estamos ayudando”


Podemos discutir, y con argumentos evidentes, el deber estatal con este tipo de fundaciones, con la cultura, con el arte y con otros gremios que bajo la pandemia se han visto vulnerados. Podemos también discutir la romantización de la cuarentena, la normalización rápida de conductas virtuales que antes eran altamente presenciales. Podemos además discutir las prioridades de ayudas en la pandemia, todo es válido. Lo que no podemos negar es que fundaciones culturales como “los chagualos” mantienen vivo el conocimiento del pueblo, que es al final de cuentas lo que significa folclore. Y ese es precisamente el motor que motiva a bailarines y bailarinas, docentes y gestores culturales en general. Su trabajo en seguir llevando el folclore a todo rincón es también estar dispuesto al cambio. Precisamente exponer elementos de luchas, que en este caso les llamé movimiento y resistencia, es un hombro de apoyo muy importante.


Les dejo las redes de la fundación y un vídeo. Y a seguir bailando.




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