Antes de que inicie con la lectura de este irrelevante documento, sepa que mi intención no es que las personas desistan de estudiar o que se retiren de carreras como sociología o antropología. En este documento se encuentra escrito lo que para mí, un estudiante de sociología de la Universidad del Rosario, son experiencias vividas no tan agradables de estudiar una ciencia social.
Para empezar, estudiar una ciencia social es prestarse ante las exigencias de los y las docentes: adaptarse a los requerimientos, formas de escritura y de entender los teóricos es fundamental para no fallar en el intento de ser profesional. Se dice que las carreras de ciencias sociales crean a personas críticas y pensantes, pero la realidad es que también estamos constreñidos con reglas académicas fuertes. Un buen nivel de lectura es fundamental, estructuras gramaticales coherentes, puntuación y extensión de párrafos. Fíjese solo he hablado en su mayoría de cosas de forma, ni qué decir del contenido.
Suponen cosas de usted: al parecer se debe ser ateo, intelectual y fumador. Estos son estereotipos que giran alrededor de el estudiar carreras de las ciencias sociales. Te preguntarán ¿qué opinas de esto? ¿qué dices de lo otro? Como si tuvieras todas las respuestas del mundo. (Que podamos estudiar todo, no quiere decir que lo sepamos todo). No está mal en ningún sentido cumplir con los llamados estereotipos, lo que sí es mamón es que si no los cumples te miran con asombro… Igual, ¿qué importa lo que digan los demás? También debemos ser relajados.
Hay otra cuestión que es particularmente sensible. Es cierto que al estudiar una ciencia social tienes visión crítica de tu entorno. Esta perspectiva para concebir lo social causa estrés, desilusión, ira, asco y tristeza. Creería que de allí deriva el señalamiento de izquierdistas, mamertos y progresistas (otros posibles estereotipos). A mi parecer, los actos “revolucionarios” son consecuencias de emociones y sentimientos resultado de pensarse lo social. No es malo en sí, yo lo veo más como un valor agregado, que te hace sufrir bastante. Estudiar ciencias sociales implica salir de clase con la cabeza gacha pensando en todo lo que acabaste de aprender y sintiéndote impotente.
Si es usted un/a estudiante de ciencias sociales, a este punto del texto usted ya debió cuestionarse cosas que yo redacto aquí. Y es otro punto espantoso el cual mencionar. Después de un tiempo naturalizamos (una palabra realmente difícil de defender) el cuestionarnos todo. ¿Por qué así? ¿qué tiene que ver? Estas preguntas generan también una sensación de zozobra e impotencia… Luego uno se acostumbra.
Hasta ahora no he pasado por los espantos de la tesis, o del mercado laboral, pero supongo que en su momento tendrán su espacio en otro escrito como este. Debo confesar también que he eliminado de este texto a estudiantes de humanidades, pues desconozco con claridad las cuestiones que les acomplejan estudiando su carreras y que pueden ser también espantosas. Agregado, me abstendré de escribir lo agradable de estudiar alguna ciencia social. Sí hay de eso, sí hay elementos divertidos, pero que aburrido sería este escrito si también me centro en aspectos positivos. Al final quiero dejar la discusión abierta, y preguntarles ¿qué otras cosas considera espantosas de estudiar ciencias sociales (o cualquier otra espantosa carrera)?
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