Hace poco escuché una conferencia del sociólogo francés François Dubet en donde explicó una paradoja y una reflexión en torno a los posibles cambios que podría tener la educación después de la pandemia por COVID-19. Aunque reconozco que su intención no era hablar desde una mirada pesimista, Dubet enfatizaba en lo que él veía en Francia. Una realidad, recalco, muy posiblemente similar a lo que pueda pasar en Colombia.
Dubet menciona que la pandemia no ha creado nuevas desigualdades en la educación, las ha mostrado y recalcado. No podemos culpar a la pandemia misma por posibles cambios en contextos educativos, pero sí a la cuarentena actual y a la crisis económica que viene. Para el sociólogo, que cierren las escuelas y que la educación pase a ser desde los hogares, evidencia una brecha en acceso a tecnología y calidad educativa. Los padres de familia ahora se ven en la necesidad de ayudar activamente la educación de sus hijos. En esta nueva tarea educativa se podría ver una primera desigualdad: la diferencia de capital cultural (niveles de estudios alcanzados, capacidad intelectual) de las diferentes familias.
Ahora, esta diferencia en capital cultural puede seguir ampliando la brecha académica, siendo las familias de clase media-alta, y las que tienen un trabajo estable, las que tendrían más capacidad para seguir apoyando la educación de sus hijos. Por otra parte, reconociendo que muchas familias tienen acceso a los recursos tecnológico, se rompen más las barreras de un acceso a la educación superior (he aquí una de las paradojas). Las universidades pueden estar experimentando una mejora en la cobertura de educación superior por la virtualización de las clases, se podrían graduar a más personas. Sin embargo, con la crisis económica venidera, el mercado no tendría como suplir de empleos a todos los nuevos profesionales.
La consecuencia de un mayor número de graduados con un mercado pobre en oferta es una inflación académica. Se producen muchos títulos y se devalúan los mismos. Dubet teme la devaluación de la educación superior por no cumplir la expectativa de los graduados. Se podría prever que después del “boom” académico y de títulos universitarios, junto con el bajo número de empleabilidad, vendría posteriormente una devaluación de la universidad misma, ocasionando que los jóvenes ya no vean en la universidad una necesidad para un futuro.
Dubet explica también dentro de su discurso que el acceso a una educación superior implica alcanzar un estatus que no queremos soltar. Para el sociólogo, las familias querrán mantener a sus hijos universitarios en un estatus social superior, pese a que la apertura académica sea inminente. Por una parte queremos que cualquier persona pueda acceder a la universidad, pero también queremos que no cualquiera pueda poseer un título académico, y que este sea reflejo de una dedicación al proceso mismo del aprendizaje.
Quiero recalcar que lo dicho aquí aplica para Francia, pero he pensado que muchos de estos elementos, mezclados con una concepción personal del discurso de Dubet, pueden ser útiles para la comprensión del futuro educativo en Colombia. Es muy complejo el hecho de que sea el mercado el que regule los títulos universitarios en un país, pero ante una crisis económica inminente las soluciones educativas son casi nulas. El cambio en la educación no será pedagógico, será permeado por lo económico.
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