“Se buscan cabecillas del ELN, recompensa por tanto”, seis de la tarde ¿El presidente de nuevo por televisión?, Nuevo toque de queda en Bogotá, militarización en las calles, represión policial, abusos de autoridad; el Ministro de Defensa se disculpó por los hechos cometidos: “pedimos perdón por cualquier acto cometido en cualquier tiempo”. ¿A cuál tiempo, a cuál acto se refiere?, los organismos internacionales acusan el debilitamiento de la democracia en Colombia, la persecución de periodistas y su perfilamiento.
Así son todos los días desde que comenzó este año, cada noticia nueva tiene relación con una renuncia y un posicionamiento de una autoridad ligada de íntima forma al partido y la ideología del presidente. Cada semana anuncian una nueva movilización y después de eso, hacen un llamado al autocontrol que ni en los más altos grados jurídicos se está teniendo. El covid-19 ha demostrado la debilidad institucional y ha evidenciado las viejas y nuevas desigualdades como bien lo dice Alejandro Gaviria. En ese escenario, la democracia de la cual tanto hablamos y defendemos parece tener límites, obstáculos y difuminarse por momentos.
De acuerdo con Levitsky y Ziblatt, existen dos pilares que han sustentado la democracia y el orden institucional, uno de ellos es la tolerancia mutua, esto implica que entre la rivalidad y desacuerdos de ideales, se pueda acatar las reglas constitucionales y se pueda coexistir entre todos, prevaleciendo el reconocimiento de la institucionalidad. Sin embargo, lo contrario es lo que se ve a diario, una sociedad cada vez más polarizada, hay una incitación al odio por parte de extremos tanto políticos como ideológicos, muchas opiniones sustentadas en resentimientos y fanatismos bruscos y superficiales.
El segundo de ellos es la contención institucional, es decir, el autocontrol que puede brindar las instituciones sin abusar de su autoridad. No obstante, hace poco tiempo un miembro de la policía cometió un asesinato a un ciudadano, un militar asesinó a una mujer, las denuncias de jóvenes desaparecidos siguen aumentando. Así que no es raro que haya una sociedad con menor credibilidad en las instituciones ¿Y se les puede culpar? ¿Se les puede culpar por expresar su indignación frente a los abusos cometidos a sus familias, a su entorno cercano? Cada semana que pasa, Colombia se enfrenta a un aumento en la cifra de asesinatos de líderes y lideresas sociales, a masacres en contra de jóvenes de zonas periféricas del país y parece que todas las voces que necesitan ser escuchadas quedan eclipsadas y silenciadas por las voces de personas a quienes se les sostiene la sombrilla.
Les dejo esta imagen como guiño (créditos a quien corresponda).
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