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Era de Burbujas

Foto del escritor: Isabella Jaimes R. Isabella Jaimes R.

Actualizado: 2 jul 2020

“Bienvenida a la etapa final del colegio”. Estaba entusiasmada por ello, para mí, lo que guiaba mi año era conseguir una beca en la universidad y estudiar lo que quería: Sociología. Sin embargo, fue una de esas etapas en las que cierras ciclos y no terminas de entender qué fue lo que sucedió para no alcanzar esa meta. Yo tenía claro que era una mujer privilegiada dentro de mi colegio, sabía que era de las únicas personas que podía acceder a una Universidad privada y tener el dinero para pagar el semestre. No obstante, llevaba en mí, un orgullo por exigirme más y lograr tener una beca por mi propia cuenta.


Ese orgullo se fue mitigando con el paso del año, aquellos comentarios que se percibían en mi entorno: “Le está quitando la oportunidad a otro” “para qué está haciendo esa solicitud si usted puede pagar una Universidad” “usted es muy pila, puede pasar a cualquier carrera” “¿Por qué esa carrera?”, estaban calando hondo en mí y me preguntaba ¿Por qué yo quería una carrera que ninguna otra persona iba a estudiar? ¿Por qué quería pasar a la Universidad Nacional si podía entrar a una privada? Poco a poco, me fui encontrando con los testimonios de mis compañeros y compañeras que me recordaban que yo me encontraba dentro de mi burbuja, dentro de mis sueños e ingenuidades de una niña de 16 años. Aquellas personas que su única posibilidad era entrar a una universidad pública o que querían estudiar derecho o ingeniería porque los papás les exigían que estudiaran “algo que valiera la pena”. Yo, dentro de mi burbuja, podía escoger una ciencia social, una carrera que no todo el mundo se da el lujo así quiera estudiarla.


Esa burbuja se rompió cuando mi aspiración finalizó y no obtuve una beca, cuando no pasé a la Universidad Nacional…Aun así, mis sueños no estaban rotos, seguían vivos porque podía aplicar al Externado, al Rosario y a los Andes y tenía la ventaja de que mi familia me podía apoyar económicamente. Esa era mi burbuja. Oportunidad que casi ninguno de mis compañeros tenía. En ese escenario, yo me preguntaba ¿Por qué ellos me miraban mal? ¿Por qué no me trataban como su igual? Y creo que hasta que entré a la Universidad, supe que no era su igual, o por lo menos, tenía condiciones objetivas que abrían oportunidades y puertas que a ellos se les cerraban en simultáneo.


Dentro de mi rango de posibilidades llegó la Universidad del Rosario, condensada en historia e innovación. Me veía allí, perteneciendo y así fue en mi primer semestre. Sentía que pertenecía, la mayoría de quienes entraron conmigo eran clase media como yo. Pero, a medida que pasaba el primer semestre, también sentí que mis más cercanos eran becados y ellos pudieron acceder a programas como ser pilo paga. En ese entonces, sabía que las realidades distintas influían en cómo había diferencias en el rendimiento académico. Sabía que ellos y ellas apreciaban la oportunidad de estar estudiando allí, en una Universidad que no era de fácil acceso para todos, apreciaban a los profesores y a las materias de los primíparos.


Dos semestres después, yo sabía que quería estudiar ciencia política y apliqué, apliqué sabiendo mis prejuicios sobre la comunidad rosarista. Sabiendo que podía romperlos o confirmarlos. En primer lugar, me encontré con una persona que no conocía ciertas partes de Bogotá, a pesar de vivir en Chapinero Alto, no tenía idea de qué era San Victorino o dónde quedaba. Una vez, comentando su extraña situación con sus amigos, dijo que se había quedado sin agua y sin luz, se había sentido como “en un episodio de Game of Thrones”. Esto realmente no me sorprendió, lo que me sorprendió fue conocer personas tan inteligentes, que a pesar de su inteligencia y memoria para datos históricos, carecían de conciencia social…Pero ¿Cómo podía juzgar a alguien que ha sido criado en una cuna de oro? ¿Que ha conocido París, pero no tiene idea de dónde queda Usme? En su momento, le pregunté a una de ellas qué tal le parecía la Universidad…Me sorprendió su respuesta, me dijo: “Esperaba mucho más, el Rosario es prestigiosa pero no lo parece, sinceramente me decepcionó mucho”. Pasaba de encontrarme con personas que veían entrar a la Universidad como la oportunidad de sus vidas a estar con personas que querían irse de la Universidad y estudiar por fuera de Colombia y que de hecho, serían los siguientes gobernantes del país, porque podían, porque no la veían como la oportunidad de sus vidas, la veían como otra puerta abierta en su continuidad del privilegio, la fijeza de su burbuja.

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